martes, septiembre 25

AGRADECIMIENTO

EL AGRADECIMIENTO DE LOS HUMILDES

EL LEÓN Y EL RATON

Un día en que un león estaba dormido, un ratón pasó corriendo por su cara. El león se despertó con un rugido y atrapó al ratón entre sus patas. El ratón asustado, temió estar a punto de morir y suplicó por su vida.
   __¡Por favor, grande y poderoso león, por favor, deja que me vaya!. Devuélveme mi libertad y un día yo te recompensaré por tu generosidad.
   Al león le sorprendió tanto que el diminuto, tembloroso y atemorizado ratón pensara que podría ayudar a alguien tan grande, fuerte y osado como él que soltó una gran carcajada y dejó que el ratón se fuera.
   Algún tiempo después, cuando el ratón corría de un lado a otro entre la maleza, oyó rugir al león. Le pareció como si el león tuviera algún tipo de problema y fue a ver si podía ayudarle. El león estaba atrapado en la red de un cazador y no podía escapar.
   __No hay nada que tú puedas hacer para ayudarme __dijo el león tristemente, al ver al ratón__. Cuando los cazadores vuelvan con sus lanzas, me matarán.
   __Aún no ha llegado el último día __dijo el ratón. Y comenzó a mordisquear la red con sus afilados dientecitos. Pronto hizo un agujero lo suficientemente grande como para que el león pudiera salir.
   __Tenías razón __dijo el león cuando los dos corrían para ponerse a salvo__. Hay veces en que los débiles pueden ayudar a los fuertes.
365 cuentos para dormir (Everest, León, 1994)
BABRIO, Fábulas de Esopo. Vida de Esopo.
Fábulas de Babrio (Gredos, Madrid, 1978, pp. 360-361)




  
LA HORMIGA Y LA PALOMA
Una hormiga sedienta, que bajó a una fuente con la intención de beber, se estaba ahogando. Pero una paloma, posada en un árbol cercano, cortó una hoja y se la tiró, la hormiga se subió a ella y se salvó. Mas un pajarero que andaba apostando y con los lazos preparados, quería capturar a la paloma. La hormiga salió y le mordió un pie. El pajarero, al sacudirse, movió los lazos y entonces la paloma escapó y se puso a salvo.
Esopo, Fábulas
(Gredos, Madrid, 1978, p. 144)



Ambas fábulas nos enseñan que en esta vida, todos (grandes o pequeños), necesitamos a los demás. Incluso los más insignificantes son capaces de proporcionar grandes servicios a sus benefactores.
Es cierto que no hay que hacer el bien para recibir, a su tiempo, algo en pago. Pero sucede a menudo que lo recibimos. Y ello es indicativo de que la generosidad provoca generosidad y enriquece nuestra existencia.