lunes, agosto 27

SOÑAR

PARA MI SOÑADORA PRINCESA

LIBERTAD

DESEO Y TEMOR DE SER LIBRES
La Libertad es un deseado bien que constituye una llamada a la responsabilidad, a tomar las riendas del propio destino. Por eso me parece fundamental e indispensable en la vida.

Es fascinante ver como, en el alma de cada ser humano, se entrecruzan y trenzan el apasionado deseo de la libertad y el también apasionado amor a la libertad. Cuando Kierkegaard (el padre del existencialismo) definió la angustia como el temor de lo que se desea, creo que pensó en ello. Porque la inmensa libertad, la trascendental libertad y su descubrimiento coinciden con frecuencia con la angustia.

La libertad es la tierra del hombre. No sé de otra. Pero su ejercicio es amable y explosivo a la vez; difícil de prevalecer sin grave riesgo para ella o para nosotros. Y, sin embargo, ni la libertad sin el hombre sirve para nada, ni el hombre sin la libertad: sólo en función de ella podremos, en esta vida y en otra, ser condenados o salvados, es decir, responsables. Y la responsabilidad es medular en el hombre, lo que nos diferencia de otras criaturas.

Los crímenes más claros son el que da la muerte y el que arrebata la libertad. Más inhumano aún el segundo, que enjaula a la esperanza. Nada mas triste que la falsa vida.
Asesino pues, quien dispara contra la libertad. Pero suicida quien se resigna, sin morir en la brega, a que se le esclavice. Por muy absolutas que sean las fuerzas opresoras, ni un solo hombre puede abdicar de su derecho a elegir, ni de su responsabilidad por haber elegido. Esa palpitación, ese peligro, esa gloriosa dificultad es lo que nos defiende.

Convencido estoy de que quienes convierten el ejercicio de la libertad en  un arma de ataque o de defensa se equivocan. O tratan de equivocarnos a nosotros. La libertad nunca es un arma, sino un fin, un aprendizaje común y fraternal. Querer ser libre es estarlo ya siendo, porque la intimidad del hombre no resiste cadenas ni mordazas. La libertad es tan intangible patrimonio del hombre que, mientras quede alguno que no sea libre, no seremos, de verdad, libres nadie. Y es que la libertad se necesita hasta para negarla, hasta para negarse a ella y renunciar.

Alguien dijo que quedarse solos es el primer riesgo de ser libres. Pero, ¿está solo quien conoce la razón de su lucha, la meta de su lucha; quien sabe que, donde lata un corazón humano, se levantará frágil, quebradizo y osado el verde retoño de la libertad?