La Libertad es un deseado bien que constituye una llamada a la responsabilidad, a tomar las riendas del propio destino. Por eso me parece fundamental e indispensable en la vida.
La libertad es la tierra del hombre. No sé de otra. Pero su ejercicio es amable y explosivo a la vez; difícil de prevalecer sin grave riesgo para ella o para nosotros. Y, sin embargo, ni la libertad sin el hombre sirve para nada, ni el hombre sin la libertad: sólo en función de ella podremos, en esta vida y en otra, ser condenados o salvados, es decir, responsables. Y la responsabilidad es medular en el hombre, lo que nos diferencia de otras criaturas.
Los crímenes más claros son el que da la muerte y el que arrebata la libertad. Más inhumano aún el segundo, que enjaula a la esperanza. Nada mas triste que la falsa vida.
Asesino pues, quien dispara contra la libertad. Pero suicida quien se resigna, sin morir en la brega, a que se le esclavice. Por muy absolutas que sean las fuerzas opresoras, ni un solo hombre puede abdicar de su derecho a elegir, ni de su responsabilidad por haber elegido. Esa palpitación, ese peligro, esa gloriosa dificultad es lo que nos defiende.
Alguien dijo que quedarse solos es el primer riesgo de ser libres. Pero, ¿está solo quien conoce la razón de su lucha, la meta de su lucha; quien sabe que, donde lata un corazón humano, se levantará frágil, quebradizo y osado el verde retoño de la libertad?
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